Asakusa, la esencia de tokio

En la capital nipona no queda casi nada antiguo. Durante el siglo XX fue destruida dos veces. Primero por el gran terremoto de 1923, y más tarde, por los bombarderos de la segunda Guerra Mundial. No obstante, aún hay interesantes vestigios de la deslumbrante ciudad de Edo, una vieja población sobre la que se alza el Tokio actual. El barrio más antiguo, quizá el único donde aún se puede respirar el espíritu de otros tiempos, es el de Asakusa

La mayoría de viajeros visitan el monumental templo de Senso-ji y luego abandonan el barrio. Ese es uno de los errores más comunes. Asakusa es mucho más que su famoso templo. Para una primera impresión lo mejor es acercarse a la oficina de turismo del barrio, ubicada justo frente  a la puerta de Kaminarimon (el principal acceso a Senso-ji). Y luego, dar un paseo en calesa tirada por   tracción humana; le enseñaran rincones y lugares muy interesantes, que difícilmente dará con ellos por su cuenta

Las casas bajas de Asakusa y el templo de Senso-ji, el más vetusto de la ciudad, hacen que pasear por sus calles sea saborear la era Edo. Aquí está destilada la esencia de la ciudad, siempre hay alguna fiesta tradicional, gente que camina en kimono, tiendas de artesanía, de dulces ancestrales y un paisaje humano muy popular, que dotan al barrio de un carácter único.

Hay que comer en una de las modestas Izakayas (tabernas)  que hay junto al teatro Mokuba-tei, la comida y el ambiente son entrañables. Si quiere ser más exquisito y se lo puede permitir, al norte de Senso-ji se halla una zona con numerosos restaurantes de corte clásico que ofrecen los servicios de geishas. En fin, sea como sea,  un paseo por Asakusa debe terminar caminando por el parque del rio Sumida al atardecer, cuando sus aguas reflejan los tonos más cálidos del día.

 

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Comments

4 thoughts on “Asakusa, la esencia de tokio

    1. Gracias a vosotros, amigos de Viajes de Primera. Eso es lo que pretendo, poco a poco, consolidar un blog donde la imagen tenga un valor capital; por supuesto, sin dejar de la do la calidad de los textos.

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