Una vez más, el pasado fin de semana tuvo lugar el concurso bianual de castellers. He realizado varios reportajes en profundidad sobre esta tradición popular, que hunde sus raíces en Tarragona. Dando como fruto la publicación de varios reportajes, un libro en solitario con mina-ediciones 62, y otro espectacular con la editorial lunwerg junto a dos eminentes fotógrafos, Rafael López-Monné y Jose Carlos León Ercilla (ambos más especialistas en materia castellera que yo), fue un encargo que realizamos los tres, mano a mano.

Después de trabajar durante tantos años el tema, cuando lo abordo necesito alguna motivación. En este caso el título lo dice todo. Chinos, sí también han desembarcado aquí, y de  Hangzhou, ciudad situada a unos 300 km de Shangai. No me los podía perder. Un empresario chino ha sabido poner los valores que fomentan los castellers, como solidaridad, igualdad o esfuerzo colectivo al servicio del capital, en su colonia textil; cuyo rendimiento ha experimentado un aumento espectacular desde que aplican la terapia castellera. Pero además de fotografiar a los Xiquets de Hangzhou, tenía que buscar otro objetivo. Decidí que fuera la pasión. Y ahí están, los chinos y la pasión que genera la actividad de levantar construcciones humanas inimaginables.